Este no es un tema de interés general, pero siento que es algo que debo compartir para que quede inmortalizado de alguna manera en este sitio. Fiona, mi perrita de la infancia, ha muerto. Luego de 12 años de vida tuvo que dejarnos. Buscando honrar su memoria di forma al siguiente texto, cuya copia en físico descansa ahora al lado de su retrato en el hogar de mis padres. Un pequeño homenaje a tan entrañable ser, quien llena de amor y descaro iluminó todos los días que tuvimos el honor de compartir en familia. Aquí entonces, la biografía de Fiona.
Fiona
Matilda Paris Bermeo
Sin Dios ni Ley
Matilda Paris Bermeo
Sin Dios ni Ley
Nació el siete de Agosto de 2004, partió hacia las tierras imperecederas el 10 de Mayo de 2016. Fue reconocida por su casi total desdén por la propiedad personal y el sagrado derecho de todo otro perro a existir. Llegó al hogar de los Paris Bermeo como un regalo para quien sería su hermana, Camila Paris. Originalmente iba a ser un gato de nombre Bestet pero al fin de cuentas, cuando su madre Martha Bermeo se decidió, resulto trayendo una perrita al seno del hogar.
En su primera noche trataron de hacerla dormir en el patio pero lloró hasta el amanecer; en su segunda noche Martha pasó tiempo con ella allí para tratar de hacerla dormir pero fracasó en su búsqueda por evitar más lloriqueos cuando la dejaba sola; para la tercer jornada nocturna ya tuvieron que llevarla al cuarto principal donde en una caja acolchada lamentó su situación de soledad buena parte del tiempo; en la cuarta noche la subieron a la cama, los lloriqueos finalmente cesaron y tomó su lugar al lado de su madre, posición que jamás abandonaría hasta el fin de sus días.
Fue una perra díscola y desobediente, gustaba del chocolate y las carnes (en particular el pollo) en grado sumo, llegando varias veces a robar comida de los platos y bolsillos de toda la familia. Dejó sin salchicha en su desayuno a su hermano David Paris un par de veces, también le robó la carne del almuerzo a él y a su abuela Libia “Liba” Bernal, encontró y tomó un sin número de barras de chocolate en los bolsillos de todos, sacó huesos de pollo de la basura varias veces para destrozarlos escondida bajo la cama e incluso, ya en sus años dorados, robó pollo hervido directamente de una olla en la que reposaba para ser deshilachado. En su más memorable asalto, conocido como “El Gran Golpe de Fiona”, aprovechó que se había dejado abierta una bolsa de pan y los tomó todos, uno a uno, para esconderlos por toda la casa; se estima que entre cuatro y siete panes fueron ganados por ella ese día.
Tenía enemigos y aliados. Su más grande rival fue la temible Kaira, una Dálmata mal educada con la trabó combate un nefasto día, la confrontación la dejó bastante mal trecha, por poco herida de muerte en su cuello, pero sobrevivió para seguir detestando su pintada figura. También amó con locura un alto perro criollo de nombre Conan, con quien nunca llegaría tener una relación más que platónica. Ya en sus últimos años conoció a Totuma, su más grande amistad, a quien le toleró todo cuanto hizo, consintió lamiéndola hasta dejarle blanco el pelo y quiso, ciertamente, como la hija que nunca tuvo.
De pequeña, al quedarse sola y sonar el teléfono, lo descolgaba y ladraba, también mordía el trapero cuando se pasaba sobre el piso para limpiarlo. Podía sentir la llegada de cualquier miembro de la familia a una gran distancia; como con su padre Enrique Paris, de quien incluso cuadras antes anticipaba su pronto arribo. No fue una perra de parque, aunque al más mínimo descuido escapaba cual saeta si la puerta del apartamento se dejaba abierta. Gustaba de ver por la ventana, robar chanclas para morder, ocultar medias y hurtar comida. Siempre acompañó con gusto a quien estuviera en el hogar, animándolo en sus momentos tristes o asustándolo de vez en cuando ladrándole a sacos colgados o maletas con las que seguramente soñaba épicas batallas que decidía continuar al despertar en medio de la noche.
Como todos en su divina raza, la gran cantidad de amor y compañía que tan libremente profesaba solo podía dársele al mundo por un breve tiempo. El cruel balance de la vida. Murió ciega y con dificultades para respirar, pero fue feliz, incluso en aquellos últimos días aciagos, al lado de la familia que siempre amó y la recordará como la Fiona, la primera, la peluda, la ladrona, la hermana, la perrita de Camila y la hija menor (que luego terminó siendo mayor) de los Paris Bermeo.
Descanse en Paz.
_________________________
¿Te gustó este post? Agréganos en Facebook.
No hay comentarios:
Publicar un comentario