lunes, 28 de febrero de 2011

La Edad del Ruido

Por Mr. D, (Facebook,Patreon)

No hace mucho, en los divertidos desayunos domingueros con mi familia, mi papá y yo nos pusimos a hablar de eventos explosivos de gran magnitud como el volcán Krakatoa o la detonación de la abominable Tsar Bomba, la explosión más grande provocada por la humanidad; también hablamos del misterioso Evento Tunguska, una gran explosión que en 1908 destruyó un bosque en la región de Tunguska en Rusia. Fue entonces cuando mi viejo me contó de un evento misterioso que ocurrió aquí en Bogotá hace mucho tiempo y, cosa curiosa, tenía que ver con ese refrán que utilizo y que sobre todo le he escuchado a gente vieja para referirse a tiempos remotos: “eso es de la edad del ruido”.

Aunque lo de "edad del ruido" para tiempos remotos es discutible.

Corría el excitante año de 1687, los bogotanos de bien ya se habrían acostado para las diez de la noche de aquel nueve de marzo, aunque claro, siempre abrían un par de revoltosos heréticos que se mantenían alejados de los tiernos brazos del santo sueño reparador, seguramente leyendo sus blasfemas copias de la Philosophiae Naturalis Principia Mathematica de Newton, publicada en aquel año. En ese instante sin embargo, el terror llegó a los corazones de justos y pecadores (más a los justos, que tuvieron que levantarse a las malas), un terrible ruido ensordecedor empezó a retumbar por toda la ciudad y sus alrededores, los vecinos salieron despavoridos a mirar que sucedía pero en medio de la noche de la capital del Nuevo Reino de Granada no vieron nada extraño; solo estaba ese ruido horripilante, acompañado de un fuerte olor a azufre. Duró media hora el estruendo, pero al final no se vieron nada más que algunos pantalones mojados, prostitutas conversas, rosarios rezados y copias quemadas de la Philosophiae. Todo un misterio.

Este evento fue denominado el Tiempo del Ruido, fue reportado por alguien llamado Pedro de Mercado S. J. y después transcrito por los padres jesuitas Juan Ribero y Joseph Cassani. Se cree que tal vez se debió a una erupción volcánica, posiblemente del Nevado del Ruiz, similar a la de la tragedia de armero que se oyó en gran parte de la nación y dejó olor a azufre en varios departamentos; también se baraja como con Tunguska la posibilidad de un meteoro que explotó en el aire. De todas formas yo creo que todo se debió a que, como creyeron en la época, una legión de demonios vino a la tierra ese día, pero a diferencia de los colonos de los locos 1680’s yo no pienso que vinieran a llevarse a nadie, más bien a dejar a alguien que en su sangre llevaba destinada la condenación de la ciudad: el primer de los Moreno.

Como sea, mi padre nunca deja de sorprenderme.

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